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martes, 10 de septiembre de 2019

Buscando…


Cipriano y tú os marchasteis unos días, primero con la viuda y luego con tus abuelos ya muy ancianos. La sangre de ETA había salpicado de lleno a tu padre y no querías dejarle solo. La verdad es que nunca le había visto tan tocado. Saber que hablaba con su hermano por teléfono cuando se le vino la cafetería encima resultó ser aún más traumático, si cabe.
El Culebra y María de las Begoñas habían alquilado una casa en Huertapelayo, el pueblo de al lado. Imagino que pensarían que así yo no sospecharía.
Y Eulogio, por su parte, andaba empeñado en acabar su novela y para ello me seguía por las calles como si fuera mi sombra. Medio escondido y anotando sin parar en un cuaderno azul.

-¡A éste una somanta de hostias bien das! –decía el guardia civil Eutiquiano, viéndole escribir casi siempre en la puerta del cuartel-. Tanto pintarrajear el Cuerpo de la Benemérita esconde algo.
-Está escribiendo una novela…
-¡Amos anda!
(…)



En alguna estrella

jueves, 5 de septiembre de 2019

¡Ay, la poesía…!


El perfume de un silencio sin estrellas
de una emoción casi huérfana,
tan intensa y dolorosa
como las llamas que prenden la tristeza.
Suave,
como la lluvia callada de una tarde de verano.
 como una carta infinita sin destino de amor.

¡Ay, la poesía…! Y el amor.
El amor mueve el mundo, o al menos me mueve a mí.

El real, el inventado, el fraternal, el de mis perros, y hasta el que me enseñaban cuando iba a catequesis. Que, aunque mentirosa, a catequesis sí he ido.
Lo que pasa es que la gente no hace mucho el amor.

No. Quiero decir que casi no se practica el San Valentín. El apóstol, claro. Ah no, que no era apóstol, pero a catequesis sí he ido.


Aprende a amar la luna
su misterio, su silencio
su terror.
Esa dulzura y tristeza que adormece el tiempo,
que nace cada día
que muere en cada instante.
Esa tenue tempestad que surge del fondo de un silencio,
del murmullo de las flores
de la magia de un momento.
Aprende a amar la luna en cada verso,
en cada logro en cada esfuerzo,
en cada suspiro del viento.


No somos víctimas de nada.  -pincha-