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martes, 8 de enero de 2013

Fantasmas en la niebla

Casi lo mejor de estos días han sido los trayectos cortos por carretera, lo que me apasiona la niebla. Su helada y misteriosa intimidad.


Te quiero. Por qué. Me das miedo. Tú también.

Es un viaje inmenso hacia la fantasía; con esos árboles de brazos desnudos que necesitan robarte un abrazo para detener su soledad.

La tuya. La mía. El mundo. Un suspiro.

Un turbulento mar de nubes y sentimientos navegando hacia la nada. Perdidos en un ocaso sin fronteras. Acariciando con su aliento los colores negros del arco iris.

Te odio. No te entiendo.

Apenas se ve al coche que viene por el carril contrario hasta que lo tienes encima. Sus ojos despiden calor en un fugaz halo de luz. La noche nos cubre por entero, la niebla es sólo su bufanda.

Cálida. Soñadora. El amor. La ilusión.

El coche que va delante nos guiña los ojos y se le enciende la nariz. Hay caravana. Mi perro se aburre… la niebla no le deja ver; no tiene a quien ladrar y me mira levantando una oreja. Siempre me hace reír. Hace frío. Terciopelo y fuego. El sonido de la radio baña de calma el tiempo. Cubro mis piernas con la manta mientras la ciudad se acerca a nosotros. Una ambulancia llora deprisa. La niebla se alza para dejarnos pasar.

Suave. Elegante. No te vayas... No me dejes ir.

jueves, 3 de enero de 2013

Las palabras del viento, algo muy...

“(…)….Aparqué el coche dos calles más abajo, cogí mi vieja gabardina y caminé con prisa hacia la hemeroteca. Dos personas ocupaban mi corazón: mi madre y mi hija. Saqué un café de máquina y busqué periódicos y fotografías de la guerra civil... de Guadalajara y de Madrid. Los leí durante horas.

Llegué a casa rota.
Nunca había reparado en las imágenes de la guerra civil; siempre me habían dicho que recordar aquello era abrir viejas heridas, pero yo necesitaba saber para entender, o recordar para poder olvidar como decía el abuelo, y en las fotografías que miré esa noche sólo veía a mi familia. Mi madre llorando entre las ruinas de la guerra, con un fusil a sus pies...

Alberto se asustó al verme llegar así, pero le dije que necesitaba escribir y se pasaría. Se quedó dormido oyendo el ruido de mi máquina de escribir, a mi lado...

Dicen los viejos
que en éste país
hubo una guerra
que hay dos Españas
que guardan aún
el sabor de viejas deudas..

Los niños de la Guerra Civil Española
son las víctimas inocentes de la violencia que… (…)”

LAS PALABRAS DEL VIENTO… algo muy serio narrado de una forma diferente; una historia tiznada de ironía y humor. Porque de los errores del pasado no se aprende si no se conocen.
¡Buenos días!

miércoles, 2 de enero de 2013