Necesito desconectar... dejar de ser María Narro por unos días.
Llevo año y medio intentando publicar, si no fuera buena la novela no seguiría luchando... pero en este tiempo sólo dos editoriales se han dignado a hacerme caso. Si pagas, sí claro, pero si el mundo editorial está en crisis ¿cómo está el del autor?
Me han dado con la puerta en las narices SIN LEERME, me han contado cuentos chinos SIN LEERME, me han enseñado que la palabra incongruencia apesta SIN LEERME... y ¿por qué?
Hagan sus apuestas.
Pero todo va a cambiar, confío en quien tiene mi novela... si es mala lo dirán.
Y si encima encuentras a alguien que se ilusiona como tú en hacer un vídeo para promocionarla, y tú te lo trabajas como una burra ‘aparcando’ tus proyectos nuevos y luego ese alguien desaparece... un mes, dos meses. ¡Por Dios no te comprometas, al menos da la cara y di que no puedes!
Y empiezas a ver Sálvame, su superficialidad te hace bien. ¿A quién le importa la película que se ha montado el Sandoval, o a quién mande callar la Belén Esteban? (ese ‘la’ tiene todo el sentido del mundo) y...¿quién le ha dicho a Lidia Lozano que baila bien? Con el Peñafiel me duermo, es el rey de mi siesta, no falla. A Chiqui no la entiendo, pero admiro su tesón y falta de ridículo.
Necesito desconectar o en mi próximo artículo os hablaré de la personalidad del oso Yogui; necesito que sólo me importe seguir aprendiendo a jugar al voleibol dentro del agua (¡genial! A bruta no me gana nadie); me gustaría preocuparme tan solo por.... ¿qué comemos mañana?
Me marcho a la finca con mi perro. Miraré el correo cada dos días porque es mi trabajo.
Hasta pronto.
Mamen.