Recuerdo cuando jugaba a los indios. Jamás imaginé que iba a tener tanto en común con toro sentado. Lo digo por lo de sentado.
Nos hicimos mayores sin darnos cuenta. Como el viento que barre las hojas que nunca escribimos, como la casita de papel que se hizo de verdad. Nuestro mundo creció y vino gente nueva y otra se fue. Y por más que me miro en el espejo me veo casi igual, me siento igual.
No importa los años, importa cómo te sientas.
Odio la palabra envejecer, te haces mayor. Pero eso solo significa vivir un día más, dar gracias por ello, porque puedes contarlo.
En mi caso es un logro enorme y me encanta hacerme mayor, porque tengo una enfermedad grave desde hace muchos años. Y me cuido… que remedio.
Pero es que me gusta.
Cuando veo en televisión la isla de los fontaneros… no no, digo la isla de las tentaciones a las niñas luciendo esos escotes de vértigo y enfundadas en esos trapos que no sé cómo pueden andar, me pregunto qué será de ellas cuando sean mayores.
Porque nadie es
Peter pan, todos nos hacemos mayores.
Adoro a la gente que aprende, que observa, que vive, que
estudia, que lee, que se interesa por ti.
Aunque a veces eso no me sale bien. Si llevo mucho
tiempo sin saber de alguien y pregunto me encuentro cada catástrofe. O tiene cáncer o se ha separado o se murió hace
ya.. Y entonces le digo a mi marido: no si al final la que mejor estoy soy yo.
Porque
la vida son dos días, bueno uno y medio. Y los buenos ratos hay que buscarlos
solo los malos llegan solos.
Juega, ríe, canta. Juega a los indios, come
cochocolate, chocolate no.
No dejes a tu espíritu que se haga viejo.
Vive.
3 comentarios:
Las fotos me las hice la semana pasada.
Va por ti, Miguel. Me acabo de enterar…
Siempre
Respeto por su compromiso con la investigación y la comprobación de sus contenidos.
Estoy agradecido por la pasión que impregnas en cada línea de tu artículo. ¡Gracias por transmitirnos tu entusiasmo!
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