...recordaba aquella tarde y sentía un picazón de placer que sólo remitiría cuando estuviera de nuevo entre sus brazos.
¡Le quería tanto!...
...Y ella avanzó hacía él desabrochándose la blusa. Y él la cogió en brazos, y entre besos y lenguas unidas la depositó sobre un cielo vestido de sábanas azules. Y enlazados rodaron desnudándose a ciegas. Sin que sus bocas se separaran se sintieron dentro el uno del otro. Y confundidos en un solo cuerpo se entregaron, se recibieron, se buscaron y acompasaron; se amaron y se odiaron, se soñaron e inventaron... Enloquecida de deseo, cuando notaba que caía dentro del ansiado abismo del orgasmo, sus ojos vieron unas iniciales grabadas en fuego blanco que reían música... Gritaban y lloraban... Sudaban, jadeaban y no dejaban de gemir saltando unas sobre otras, empujándose, adelantándose, separándose y anulándose, uniéndose y fundiéndose...
Siempre... Querré... Te...
Querré Te Siempre...
Siempre Te Querré...
Te Siempre Querré...
Te Querré Siempre...”
-del capítulo Estancados, Fotos de un Adiós-