Bienvenidos a mi blog

miércoles, 14 de marzo de 2007

Verdades sumergidas

por María Narro.

Apoyaba el cuaderno en las rodillas mientras, mordisqueando la capucha del bolígrafo, dejaba vagar sus ojos verdes sobre las aguas de ese misterioso Nilo. Ese misterioso Nilo cargado de historia, de leyendas que pueblan sus profundidades. De pirámides de sueños sumergidas y dioses de fuego que nadie pudo olvidar; de voces perdidas y apresadas en el pasado.
Se colocó el pelo detrás de la oreja izquierda y continuó escribiendo.


...El templo mortuorio se había derrumbado.
Los sirvientes corrían despavoridos por los pasillos del palacio gritando que había sido un castigo de Amón. Pero nadie sabía el porqué. Sólo una mujer, que miraba a su pueblo desde lo alto de la atalaya que los dioses le habían asignado cuando niña, sospechaba el motivo.
Sólo una mujer, Hatshepsut, la reina faraón...


Elisa se levantó de la hierba al notar las primeras gotas de lluvia. Cerró el cuaderno y echó a correr hacia el auto. Condujo hasta Luxor, antigua ciudad de Tebas que bautizara Homero como la de las cien puertas, imbuida en aquello que denominan los antropólogos como “numun”, una especie de poder espiritual que apenas la había abandonado desde que llegó a Egipto.
Era allí donde iba a acabar su novela, era allí donde estaba en permanente conexión con los fantasmas de la más gloriosa civilización del mundo Antiguo, era allí donde encontraría fuerza para enfrentarse a su vida.


...La reina faraón no podía dejar de pensar que no había nada malo en el cuerpo de una mujer desnuda, en sus senos rebosantes de lascivia, ni en la estrecha cintura que descendía al paraíso. Su dios, su padre, Amón nunca se podría sentir ofendido por algo así. Pero la verdad era que ahora ya lo dudada y ella no se podía permitir dudar, como no podía permitir que la tierra temblara, ni que los cimientos de su Imperio se tambalearan. Por lo que mandó reunir con premura a cuatro de sus mejores amantes. Después de tenerlos desnudos ante sí, se deleitó en recorrer con lentitud la piel de los jóvenes sementales con la lengua.
El deseo siseaba entre sus vísceras como la más repelente serpiente...


-Lo siento, cariño,....., yo también te echo de menos, pero no podré regresar antes de un mes,...., no seas egoísta, de sobra sabes lo que este viaje significa para mí, ....., claro que me quiero casar contigo,... Es mejor que cuelgue tengo que bajar a cenar, mañana te llamo.
La escritora apuraba su gin-tonic sentada en un alto y solitario taburete del bar de un afamado hotel del Cairo. Se enfrentaba a otra larga noche sin sueño. Dejó un billete sobre la barra y volvió a su habitación, tenía un compromiso que cumplir.
Su editora esperaba un desenlace.


...A la noche con sus jóvenes amantes siguieron días de sol, Amón estaba contento. El templo se volvería a construir, se le honraría con el sacrificio de los mejores animales, y él olvidaría. Hatshepsut, no. Recorría el palacio como alma en pena.
¡La belleza estaba tan cerca!
Visitaba la obra de su nuevo templo, vigilaba sus expediciones, disfrutaba en sus largas horas de sexo. Y mientras, Jefitiry vivía encadenada, alimentada a pan y agua. Pero la reina faraón no sabía que su mayordomo había mandado que se la azotara desde aquella noche en que las sorprendió juntas, y al día siguiente se derrumbó el templo.
No sabía que quería robarle la sensual lujuria que la envolvía a latigazos...


(continua en otro post, el día se ha complicado...)

No hay comentarios: