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miércoles, 14 de marzo de 2007

Verdades... (continuación y final)

El nuevo día la sorprendió escribiendo. No había dormido nada y no tenía sueño, pero paró a tomarse un café. Mientras lo saboreaba se acercó a la ventana, recorrió la elegante cortina y la abrió de par en par.
”No hay duda, si existe el cielo estoy en él” pensó Elisa aspirando, muy lentamente, el frescor de la mañana. Se acodó en la ventana y sus ojos se fijaron en una niña pelirroja que caminaba tras una mujer que la llevaba cogida de la mano. Cada una llevaba un ritmo y la escritora temió, no sin sonreír, que la niña acabaría perdiendo el brazo o volando si quería andar tan deprisa como su madre.
¿Su madre?
-!Me costó tanto caminar al ritmo de la mía! -le dijo a la paloma que se había posado en el alféizar.
Mordiéndose el labio inferior volvió al escritorio.


...En sus largas conversaciones con Senmut, el arquitecto de su templo mortuorio y mayordomo, la reina faraón intentaba hacerle dudar de que Amón se opusiera a que ella disfrutara con una mujer. Pero el mayordomo se mantenía firme diciendo que él sólo se atenía a los hechos.
Y los hechos eran que el primer templo se había derrumbado como castigo de Amón. Hatshepsut, entonces, decía que algo no cuadraba porque otras veces hubo mujeres en sus orgías y nunca pasó nada. Y su fiel Senmut arrodillándose a sus pies y besándole las rodillas, susurraba:
-Ninguna de ellas fue una simple esclava, mi reina...


De nuevo sentada a orillas del Nilo, Elisa pensaba en su cercana boda. Le quería de verdad, pero... ¿era aquel sentimiento suficiente para atarse a una sola persona de por vida? ¿Había dejado la puerta abierta a todas las experiencias, o el hacer siempre lo que esperaban de ella había cerrado alguna? ¿Todos seguirían estando orgullosos de ella si aplazara la boda?...
El bolígrafo empezó a temblar.
¿O era su mano?
Le pasaba siempre que se sentía insegura, cuando necesitaba la aprobación de los demás.
-¡Mierda!, tengo que seguir escribiendo, esto es lo único que importa.
No quería pensar en nada que no fuese su trabajo.
Tampoco en la persona que más había hecho por ella desde que le editara su primera novela, Elena.


...A la reina faraón sólo le quedaba soñar con su muerte y añorar la reencarnación, pero ni aún eso le permitía Senmut. Sospechando, el celoso mayordomo, que los pensamientos de Hatshepsut volvían a Jefitiry, se hizo traer la más vasta biblioteca del antiguo Egipto. Después de examinar cientos de pergaminos en busca de la solución que hiciera feliz a su reina, encontró el libro que les podría ayudar a todos.
Mas, moviendo negativamente la cabeza y mirándola con pesadumbre le dijo:
-No hay nada que hacer, majestad, en este libro santo lo pone bien claro: Jamás se ofenderá a Amón gozando sexualmente -leía alternando su mirada entre los jeroglíficos y la angustiada mujer- pero Egipto llegaría a su fin sabiendo que su faraón, aún después de muerto, pudiera disfrutar de los favores carnales de una esclava.
Hatshepsut tardaría años en averiguar que Senmut nunca supo leer...


Cerró el cuaderno y se tumbó sobre la hierba en busca del sol. El cielo seguía turbio pero la luz iba ganando la batalla. Abrió sus brazos y cerró los ojos. La satisfacción que recorría cada poro de su piel al darse cuenta que había acabado una novela, no se podía comparar con nada. Con nada. Aunque aún faltaran correcciones y un mes muy largo de trabajo, aquello estaba acabado. Terminado.
Abrió los ojos de repente... ¿por qué aquellas cosquillas de inquietud cuando ya no había vida que crear y tenía que vivir la suya propia?.
No siempre fue así. Antes de morir su madre nunca le pasaba eso. Ella solucionaba cualquier incidente por nimio que fuera, la llevaba de la mano, o le daba todo hecho, como decía su padre. ¡Hasta encontró, para su adorada hijita, al novio perfecto!. Y en verdad lo era. Demasiado perfecto. Elisa sólo se dedicaba a escribir, a crear otras vidas, a desenterrar pasados y futuros ensoñados, y a investigar.
Aquella había sido la única forma de caminar al ritmo de su madre, y había costado mucho llegar allí. Luego, acostumbrarse y comenzar a sentirse cómoda fue demasiado sencillo, porque escribir le daba la vida.
Arrancó una margarita y se la acercó a la nariz cerrando de nuevo los ojos. El sentir el olor de su madre mientras la abrazaba la hizo sonreír. La echaba de menos. Había sido todo para ella. Su espejo, su modelo, su amiga...
-”¡Pero no te dejo vivir, al menos tu propia vida! esa es la verdad”
Maldita conciencia, siempre tiene que hablar cuando no se la quiere escuchar.
La escritora suspiró hondamente antes de recoger su cuaderno y encaminarse al coche. Había decidido que hacía un tiempo espléndido para coger uno de esos barcos que paseaban turistas, no imaginaba nada mejor que dejarse mecer por las aguas del Nilo.
Quizá los espíritus sumergidos en sus profundidades le explicaran por qué había gozado tanto escribiendo una historia de amor entre mujeres, justo antes de su boda.
Y... tal vez, ella los quisiera escuchar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

madre de dios qué honor gracias por lincarme!!

Así algunos se creerán que soy escritor de verdad y todo

un beso, no puedo leer los posts ahora, prometo hacerlo mañein por la mañein

slts
full

María Narro dijo...

jajajajaja
que pena me doy a veces, voy tan deprisa que te leo: gracias por lincharme.
me voy a dar clase que con las hormonas y las prisas lo llevo claro hoy.

Unknown dijo...

No puedo evitar asombrarme cada vezque te leo, eres una narradora excelente, me leí de un tiron todo tu post, ahora sigo con "verdades sumergidas".

(Aun me cuesta creer que una escritora de verdad me leyó ¡A mí!)

Un gran abrazo y un besote para tí

Unknown dijo...

Ya meparecia a mí, para vaiar estaba metiendo las patas leyendo la segunda parte antes que la primera, aunque no importa porque ya lo leí como Dios manda y me gustó aun más.

Saludos y abrazos y besos y todas esas cosas que le hacen sentir bien a uno

Anónimo dijo...

Todo lo que estoy leyendo me recuerda que dentro de poco estare en uno de esos bellos lugares de Egipto .Me encanta como escribes.Esa manera de imaginar es increible,sigue asi, dejandonos invadir por esa imaginación.

Un saludo

María Narro dijo...

¿te vas a Egipto? qué suerte, pásalo muy bien y gracias por lo que me dices.

Enzo, gracias gracias gracias, luego voy a verte y te 'lincho' como a full.

Unknown dijo...

¿Me vas a sacar la piel a tiras? dicen que produce un dolor placentero.

Perdón, se me arrancó el Maquiavelo.

gracias Mary, yo ya te "linché"