Apilaba unos cuantos libros, me descalzaba y subía al pequeño pedestal para alcanzar mi tesoro. Aquellos discos se habían quedado viejos, pero no para mí.
Los sacaba de su funda, soplaba sobre ellos y los colocaba en el olvidado tocadiscos. Me sentaba en el suelo y volaba con Lennon, Simón and Garfunkel... pero había un disco, una canción de un tal BJ Thomas, que se había convertido en algo especial, tal vez porque tenías subrayado su titulo: 'Hooked on a feeling'. Primero la escuché con atención, y luego... esa atención se convirtió en pasión. O tal vez no fuera pasión, sólo algo que se movía muy dentro y me obligaba a cerrar los ojos intentando retener lo que aquella canción me hacía sentir.
Durante el verano del ochenta y cuatro descubriste mi secreto. Pero no te enfadaste, como yo temía, ni porque usara tu habitación para llevarlo acabo. Te sorprendiste, y me dejaste usar el tocadiscos y tu cuarto cuando quisiera. Y fue a partir de entonces que, escuchar música junto a ti se convirtió en un ritual sagrado. Y por primera vez sentí que conectaba con alguien, que teníamos un lenguaje común que solamente tú y yo comprendíamos, 'Hooked on a feeling'. Hasta aquella tarde. Aquella tarde en la que todo cambió.
Recuerdo que hacía mucho calor. El visillo blanco de la ventana ondeaba bajo el aire del ventilador. Yo giraba al compás de la 'Woman' de Lennon y cantaba... Du du du du. Llevaba un vestido de tirantes que, en cada giro, su leve vuelo eclipsaba mi mirada. Dejaste sobre la cama el libro que estabas leyendo y te fuiste a duchar. Cuando saliste del baño ibas medio desnudo, como tantas otras veces, pero aquella vez sonaba '...feeling'. Y me miraste... me miraste de una forma muy extraña.
Te acercaste a mí, alargaste tu mano y me invitaste a bailar. Yo no sabía que hacer, pero la música me guió. Rodeé tu cuello y tu estrechaste mi cintura. Sentí tu cuerpo pegado al mío y me apreté a él emborrachándome con el suave aroma que desprendía tu piel. Tus manos recorrían mi espalda traduciendo en caricias las notas de la canción. Noté como me desabrochabas el sujetador a la vez que empezabas a lamer mi cuello...
-¡Vete, Belén! -me gritaste de repente mientras te apartabas de mí con brusquedad- i Que te vallas hostia! ¿No me oyes? i Vete y no vuelvas más! i Me cago en la puta!
Salí de tu cuarto llorando, colocándome el vestido, y con un dolor en el bajo vientre,., y otro tatuado mucho más arriba. Volví... con miedo, a por mi sujetador, y vi que también llorabas... Salí corriendo sin él, sin nada. Abandonaste la casa de los abuelos al día siguiente.
-Cariño, cinco minutos más y se acabó Operación Triunfo, mañana hay que madrugar.
-Pero mami...
-Ni peros ni porras, cinco minut...-le decía a mi hija cuando la canción, que había desterrado de mi vida aquel verano del ochenta y cuatro, me envenenó el alma de nuevo destapando sentimientos.
Fui a la cocina. Necesitaba agua, o simplemente huir de una canción. Mas desde allí también se oía 'Hooked on a feeling'. -Es un clásico que nunca morirá- decían. Nunca morirá... Se me desgarraban las entrañas de placer y dolor. Me apoyé en la encimera mordiéndome los labios y cerré tos ojos.
Hacía veinte años que no veía al tío David. Nos habíamos rehuido con absurda diplomacia, aunque mamá pensara por ello que su hermano pequeño era un inmaduro.
David... i No! Una canción no puede... no debe ablandar voluntades. Y no lo hará, ni destapará recuerdos prohibidos. Es sólo una canción. Pero entonces... ¿por qué estoy llorando?
6 comentarios:
María, tienes un arte especial para plasmar sentimientos.
Un beso.
Puede haber ocurrido muchas veces esta historia, pero contada por tí se convierte en algo especial.Un beso.
a veces, cuando soy buena, antes de escribir un relato me pregunto: ¿Qué pretendo conseguir con este relato?
Hacer sentir, me contesté en éste. Pues siéntelo para poder escribirlo.
Y lo intento.
Un beso a las dos.
María, maestra de la palabra... me encantó tu relato. Una canción puede evocar recuerdos agridulces y despertar la sonrisa con la distancia de los años. Besos brillantes,
V.
Los sentimientos son como el agua de Mayo, nos refrescan la memoria con sus gotas de recuerdo y nos inundan el alma, no nos dejan olvidar lo inolvidable.
Un beso fresco, tu visita será bien recibida, me gustó mucho tu texto; quizá me recuerdes a mi manera de escribir.
Un abrazo, también...
** MARÍA **
Hola María, hola Poeta
gracias a los dos y un beso.
pd. luego voy a veros.
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